miércoles, 20 de mayo de 2015

Crítica: Mad Max: Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road), (George Miller, 2015)


Welcome to the jungle. Bienvenidos a la locura, a la violencia y a la desbordante acción, que incubada en la mente de George Miller, hará las delicias de los amantes del superávit adrenalínico. El director de Babe, el cerdito en la ciudad (¿...?) o Happy Feet vuelve a rescatar la saga que le hizo triunfar hace más de tres décadas con un jovencito Mel Gibson a la cabeza de manera fulgente, a priori de lo que cabría esperar, con un ardoroso Western futurista. 

Los fans de la trilogía Mad Max (Salvajes de autopista, El guerrero de la carretera y Más allá de la cúpula del trueno) deberían descorchar el champán y celebrar la victoria conseguida con esta cuarta entrega, pues si buscan todo lo excesivo de las añejas lo encontrarán en mayor cantidad y elevado a la máxima potencia. 

Tom Hardy y Charlize Theron protagonizan la nueva aventura en los vastos desiertos de un futuro postapocalíptico plagado de miseria, locura, motores, rueda quemada, pólvora y carencia de aburrimiento. Miller sentó la base del futuro que iba a encontrar la humanidad en su trilogía original, aquí estamos ante un resultado mucho más desastroso, con escasez de elementos básicos como agua o comida, la lucha por el combustible sigue a la orden del día y la tiranía asoma por la ventana de la ciudadela donde se desarrolla la trama. Furiosa y Max comienzan una frenética aventura en busca de la rendición, la supervivencia e incluso la espiritualidad en territorio hostil, y lo mejor de todo es que nos pillará a nosotros de por medio. 

Implacable espectáculo a nivel visual, sonoro, coreografiado de manera formidable y con una ambientación que ni pintada. Diseño de escenarios, vestuario y bólidos francamente bueno, desproporcionado en cuanto a los vehículos pero acorde con el exceso general del film. Intensas escenas de peleas, combates cuerpo a cuerpo o desde los coches, violencia explícita aderezada con fuego y un ritmo vertiginoso convirtiéndose en pura dinamita. En este punto es donde radica la majestuosidad de Mad Max: Fury Road, el punto flaco viene a la hora de confeccionar el guión, parco en palabras y en originalidad narrativa, sitemáticamente podemos definir los acontecimientos como previsibles, no todos pero si la gran mayoría.

Ciertamente, se queda en segunda plano y nunca mejor dicho, ya que la cinta está confeccionada y pensada para que la imagen/sonido sobrepase la de la trama, consiguiéndolo sin lugar a dudas. Los guionistas no se han estrujado el cerebro pero cuando decides ver Mad Max no buscas otra cosa que exorbitante acción y eso lo vas a encontrar. Estamos ante un derroche de adrenalina, un exceso de acción, violencia de alto voltaje (no gore, poca sangre pese a la ferocidad que vemos en pantalla), frenetismo descontrolado, locura que haría palidecer a los malvados de la trilogía en la que se basa el film y mucha rueda quemada. Tan atronadora y espectacular visualmente que su disfrute máximo solo se puede sentir en una butaca de cine o un gran sistema de sonido. Solo falta poder percibir el silbido de las balas y el olor a gasolina para sentirse un nuevo demente de la velocidad en la moderna obra de la franquicia estrella creada por George Miller. Algunos detalles como el guión o la previsibilidad de algunas partes no le hacen coronarse como una obra aún mayor pero lo que en realidad buscamos lo vamos a encontrar, y disfrutar como un loco.






Valoración: [7/10]     
★★★★★★★



Paco Garrido



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