viernes, 30 de noviembre de 2018

Crítica | CUSTODIA COMPARTIDA (Jusqu'à la garde - Xavier Legrand, 2017)


Legrand entra por la puerta grande con una ópera prima digna de máxima consideración. Esta producción ha llegado hasta nosotros gracias a un corto de 2013 (realizado por el mismo director) llamado 'Antes que perderlo todo' (Avant que de tout perdre), que actúa como precuela de este largometraje (al aparecer el mismo elenco y temática) y que fue nominada a los premios Oscar del mismo año.

Atrapa desde el primer segundo y hace que el espectador no sólo empatice con los personajes, sino que realmente sufra cada gesto y se desespere ante la impotencia que provoca este tipo de situaciones tan violentas y, por desgracia, cotidianas.

No es una simple película sobre el maltrato doméstico... Legrand va más allá criticando la falta de seguridad y apoyo hacia la víctima por parte de la justicia y el Estado y nos demuestra que el verdadero terror podemos encontrarlo en nuestro círculo cercano.

Uno de los puntos a su favor es que no se limita a abordar la trama de forma excesivamente dramática. Él nos regala un espectacular thriller lleno de suspense y escenas violentas. No quiere que lloremos, ni que nos compadezcamos...él quiere que nos concienciemos del grave problema que supone el acoso y abuso familiares. 

Por último, me gustaría destacar la maravillosa escena final (por todo lo que conlleva) y la actuación de Denis Ménochet (el padre maltratador), que es simplemente espectacular. Ojo con este director porque ha llegado pisando fuerte para conseguir una estancia de larga duración sin pase de salida.








jueves, 29 de noviembre de 2018

Crítica | LA LISTA DE SCHINDLER (Steven Spielberg, 1993)


"No trabajé durante tres años después de rodar 'La lista de Schindler' porque el tema de la película me afectó emocionalmente y de una manera tan significativa que cambió mi vida." Spielberg.

Obsesionado con llevar al cine el libro 'El arca de Schindler' de Thomas Keneally y tras conseguir un taquillazo con 'Parque Jurásico', Spielberg se sintió con derecho a abordar el proyecto más personal de su carrera. No sólo cumplió con un reto personal, también consiguió el reconocimiento tanto de crítica como de público, su historia cinematográfica es una de los mejores obras del siglo XX.

El blanco y negro de la fotografía de Kaminsky, una imagen sublime con una fuerza poco común en el cine moderno. Inolvidable esa niña del abrigo rojo. Tanto como los violines de John Williams, elaborando una partitura para el recuerdo. El guión bien construido de Zaillian y el talento de dirección de Spielberg en su máxima expresión. Talentos exprimidos y puestos a disposición de este desgarrador documento histórico, aunque no sea 100% riguroso.

La fascinante historia de Oskar Schindler, un hombre de negocios nazi que salvó la vida de más de cien mil judíos polacos, mantiene el interés y la emoción durante todo el desarrollo de esta cinta intemporal. Spielberg estaba más empeñado en dotarla de una relevancia contemporánea antes que un testimonio de un periodo histórico. La mayor parte fue rodada cámara en mano al objeto de rodearla de una atmósfera y estética documental.

La convincente interpretación de Liam Neeson como Schindler nos acerca al espíritu del nazismo, mientras el sutil Ben Kingsley, su contable judío, es el vehículo ideal para adentrarse en la idiosincrasia del pueblo judío polaco. La potente interpretación de Ralph Fiennes, director del campo de concentración, se complementa a la perfección por su capacidad para explotar el glamour del poder absoluto y la gran vida, la maldad sexual, de los circuitos nazis.




























martes, 27 de noviembre de 2018

Crítica | EL ÚLTIMO EMPERADOR (Bernardo Bertolucci, 1987)


"Si no puede decir lo que piensa, Majestad, nunca pensará lo que diga; y un caballero siempre tiene que pensar lo que dice."

Basada en la autobiografía de Pu Yi, y asesorado por el hermano del antiguo emperador, Bertolucci elabora la ambiciosa historia del último emperador chino desde su nombramiento a los tres años de edad al trono en 1908 hasta el 1967, pleno apogeo de la Revolución Cultural. Ganadora de 9 Oscar, incluido mejor película.

La fotografía de Vittorio Storaro es sublime, colaborador habitual de Bertolucci y especializado en grandes producciones cinematográficas, donde muestra colores cálidos para flashback y azul glacial para los años de conflicto, en los diferentes puntos esenciales del filme. Fue el primer equipo de rodaje occidental al que se le permitió pisar la Ciudad Prohibida. La Ciudad Prohibida es un remanso de quietud en la inmensidad del tiempo, encerrada entre los muros de la tradición, un oasis de arquitectura colosal apartado del mundo exterior.

Ese hermetismo cultural y social queda patente a través de un aspecto visual y de ambientación impresionante: Eunucos, damas de la corte, lacayos, ceremonias, el títere político... con cierto toque poético y académico. Importante el personaje de Peter O'toole, el primer representante de la modernidad que entra en la jaula dorada.

El relato cercena radicalmente la vida de un ser humano, el drama de Bertolucci resulta también como documento histórico y de actualidad, refleja aspectos definitorios de la historia reciente. Adquiere fuerza y credibilidad por el hecho de que varios capítulos dramáticos están asociados a la historia personal del emperador.



























lunes, 26 de noviembre de 2018

Crítica | UN PEZ LLAMADO WANDA (Charles Crichton, 1988)


"¡Me encanta robar a los ingleses! ¡Son tan educados!"

Exclama Otto, el personaje más arrollador del filme (con Oscar incluido), interpretado por un indomable Kevin Kline. Un macho cabrío con rasgos de psicópata y una debilidad funesta por Nietzsche, con la saludable costumbre de tener una buena opinión de sí mismo. Utiliza las técnicas de relajación de los monjes budistas para aumentar su agresividad, piensa disparando, los celos lo vuelven loco y mejor no lo llames estúpido... Todo un personaje que nos enseña un método poco ortodoxo de cómo practicar la tortura con una ración de patatas fritas y una fruta.

Esta éxitosa comedia de costumbres sobre las poco sutiles diferencias culturales entre ingleses y norteamericanos radica en el tratamiento de la sátira combinado con el humor negro, cruel e irreverente. Una sátira de la vida real. Un puzle donde encajan diversos estilos.

El punto fuerte es su colección de personajes excéntricos que van de una situación embarazosa a otra. La triunfal revalorización de Curtis como actriz cómica, los gags constantes de John Cleese (coguionista junto a Crichton) y Michael Palin, alumnos de Monty Python y siguiendo ese espíritu macabro, irreverente y llenas de debilidades "típicamente británicas", con un marcado fatalismo.

La película destila el espíritu de una clásica comedia de los estudios Earling, míticos estudios situados en un barrio en las afueras de Londres. Especializados en comedias de los sueños y "el hombre de la calle", películas sarcásticas y con humor negro que siempre tenían un fondo cariñoso.

No es casualidad que el personaje de John Cleese, Archie, lleve el nombre real de Cary Grant como homenaje a las "Screwball", manteniendo la esencia de aquellas comedias locas que predominaron en Hollywood durante las décadas de los treinta y cuarenta.




























sábado, 24 de noviembre de 2018

Crítica | BALAS SOBRE BROADWAY (Woody Allen, 1994)


"Para mí el amor es algo profundo, el sexo solo tiene que alcanzar unos centímetros."

Aquel maravilloso Allen de los noventa, que metió 7 nominaciones a los Oscar entre CADENA PERPETUA, PULP FICTION, ED WOOD, FORREST GUMP, etc. dando a Dianne West su segunda estatuilla tras la magnífica HANNAH Y SUS HERMANAS unos años antes.

Woody Allen disecciona, con su característico estilo, mordaz y dinámico, cargado de frases ingeniosas y disparando cuál revólver de lo cómico, un trama que combina gánsteres y el proceso creativo de una obra de teatro en el Nueva York de los años 20. Una singular imaginación teatral en un conjunto que acaba resultando una aguda reflexión sobre la creatividad.

Un elemento esencial del cine del realizador neoyorquino es la elaboración de personajes. Todas sus películas tienen un tono coral que destila sutileza y aporta el espacio suficiente a cada actor, una baza importante en esta cinta. Enmarcados en una convincente ambientación de época, apuntalada de humor negro, a veces tontorrón pero efectivo, y su reiterada expresión hacia lo filosófico.

No es la mejor película de Woody Allen, ni pretende serlo. BALAS SOBRE BROADWAY es pura diversión, agilidad y dinamismo de guion dentro de la comedia negra, que se ve y disfruta con una sonrisa permanente.



























viernes, 23 de noviembre de 2018

Yasujirô Ozu (1903-1963), la percepción mundial de un estilo único a través de 'Cuentos de Tokio'


"Mi madre enfermó repentinamente. Inmiscuido en las nimiedades de la vida mundana, llegué más tarde que la muerte, sin poder despedirme. Me persiguió esa sensación de mezquindad y egoísmo, que intenté plasmar en los personajes de mi película (Cuentos de Tokio)."

Si Mizoguchi es el que más ha explorado las tradiciones y el folclore nipón, Kurosawa el más vanguardista y occidental, Kobayashi el moralista y pacifista, Yasujirô Ozu está considerado el cineasta "más japonés" del grueso de la época dorada. Y, como tal, su trabajo era raramente mostrado en el extranjero antes de la década de los sesenta. Querido en su país, sus filmes siempre estaban entre los primeros puestos de los más vistos por el público.

Como director era perfeccionista. Su trabajo se define por dos rasgos: el interés por la vida y los problemas de las familias de clase media, y por un estilo cinematográfico único, firme defensor de la cámara estática y las composiciones meticulosas donde ningún actor dominase la escena, sino que fuera parte de la misma y el entorno. Una cámara inmóvil a la altura de 90 cm a vista de persona sentada en un tatami, sin utilizar recursos técnicos como el movimiento o los fundidos.

El gran tema de Ozu es la pérdida del poder aglutinador de las tradiciones en la sociedad japonesa. El realizador suele utilizar las historias familiares para describir este proceso de desmembramiento generacional.

La crítica occidental descubrió el cine de Ozu quedando fascinado por ese recurso de planos contrapicados exageradamente marcados. La complicidad de la cámara con la cotidianidad que transmitía su carácter íntimo, que no se convierta en cómplice del bullicio, la prisa o la búsqueda de la variedad y la evasión.

Mientras tanto, la crítica japonesa, pasaba por alto que esa posición extraordinariamente baja es única dentro del cine japonés y que no constituye en modo alguno un motivo que sugiera cotidianidad. De hecho, algún crítico, también consideró irritante la forma en la que Ozu retrataba la vida diaria.




























miércoles, 21 de noviembre de 2018

Crítica | CUENTOS DE TOKIO (Tokyo monogatari) (Yasujiro Ozu, 1953)


"¿Acaso no es decepcionante la vida? Uno siempre se hace ilusiones."

En Occidente, Yasujirô Ozu es considerado el director "más japonés" de todos. Es curioso que, por oposición a su particular estilo cinematográfico, las experiencias de sus personajes, sus emociones y sus pensamientos, su obra maestra sea tan Universal como cualquier otra película.

Una cámara prácticamente inmóvil, estática, situada a medio metro del suelo como si se estuviera sentado en un tatami, define el interés por la vida y los pequeños problemas de las familias. Una película de carácter suave, melancólica, en la que la estructura de la trama está construida con la misma precisión de la escena, en un tono sumamente íntimo donde Ozu invita al espectador como si fuese un amigo.

Los diálogos tipifican el tono asentimal de resignada aceptación, una tragedia silenciada con el trasfondo de posguerra y los fantasmas que permanecen. Una lamentación de los años pasados, la exigencias de la tradición, la desgarradora confesión, la soledad y esa liberación ancestral de la misma. La repetición de escenas resalta la monotonía de la vida cotidiana. "El modernismo de la vida diaria", como dirían algunos.

Incluso en las secuencias ambientales de Tokio, el filme no abandona su carácter tranquilo e íntimo. La cámara busca el sosiego, la tranquilidad y concede el tiempo necesario para ello. El conflicto entre los jóvenes y los ancianos se manifiesta constantemente a través de la mirada de una clase media moderna donde sus mayores ya no tienen cabida. También deja hueco para la esperanza en la personificación que logra aunar el respeto por la familia con la independencia profesional.

La película de Ozu es maravillosamente comedida, engañosamente sencilla. Todo radica en la cualidad contemplativa de su mirada, que viene a decir que toda actividad humana merece nuestra atención. Un lenguaje cinematográfico anticuado, que pese a ello sigue cautivando y fascinando. Una joya del séptimo arte.




























jueves, 15 de noviembre de 2018

Crítica | EL SEÑOR DE LOS ANILLOS (Ralph Bakshi, 1978)


Pensar en la colosal obra de Tolkien en el séptimo arte conduce automáticamente a la espectacular trilogía de Peter Jackson, pero a finales de los 70 hubo una versión animada que plantó los cimientos para lo que más tarde sería la inmortal visión de la Tierra Media del otrora orondo cineasta neozelandés.

Bakshi condensa en dos horas 'La comunidad del anillo' y parte de 'Las dos torres', nunca se rodó una conclusión. El peso que siempre ha soportado es de obra inacabada, y es algo que se palpa. A pesar de su buen ritmo, es obvia la confusión y la falta de guion sostenible. 

Su baza está en la fidelidad con los libros y su aspecto visual, mediante la decisión de emplear innovadoras técnicas de rotoscopia (dibujar sobre el fotograma previamente rodado).

Los amantes de la Tierra Media, Hobbits y todo el rico imaginario de la saga de Tolkien deberían ver esta obra, anticipando y asumiendo sus limitaciones.



























Crítica | MASTER AND COMMANDER: AL OTRO LADO DEL MUNDO (Peter Weir, 2003)


"La disciplina es tan importante como el valor."

Aventuras marítimas en tiempos napoleónicos, lección de liderazgo que debería estudiarse en todas las universidades y un ejercicio cinematográfico de elegancia, rigor histórico, ritmo narrativo y preciosismo visual.

Considerada como un análisis muy cercano de la condición humana, el filme de Weir es un duelo en sí mismo: navíos realizados con mimo, la lucha contra otros y la naturaleza, el propio trayecto vital de los héroes y el choque del capitán Aubrey y el doctor Maturin (Crowe y Bettany en la cima de sus carreras) en el buque de O'Brien, mentalidad militar indomable contra el positivismo científico.

Un canto al espíritu del cine de aventuras, actuando como homenaje a los grandes clásicos del género marítimo, la obra oceánica de Weir ofrece diversión pura y dura a bordo del HMS Surprise. Liderazgo, valor, ciencia y música.



lunes, 12 de noviembre de 2018

Crítica | RIFIFÍ (Du rififi chez les hommes) (Jules Dassin, 1955)


"Levántate, perro. Quiero que tengas miedo. ¿Qué se siente?"

Jules Dassin interpretó al traidor en su mejor obra, 'Rififí', en la vida real fue el traicionado. Ayudante de Alfred Hitchcock y con un futuro prometedor tras sus primeros pasos en la serie B y Neorrealismo, su carrera imparable se detuvo en seco cuando Edward Dmytryk lo acusó de comunista. Exiliado en Francia, lejos de la larga sombra de La caza de brujas del senador McCarthy, realizó uno de los grandes mitos del cine negro.

RIFIFÍ contiene una secuencia de 30 minutos, sin palabras, que se ha convertido en una de las páginas más fascinantes del cine. Con paraguas, cuerdas, ingenio, suma planificación y toneladas de tensión, el resultado es una secuencia que pone a prueba los nervios del espectador. Dassin confía plenamente en la fuerza de sus imágenes y renuncia por completo a la música y el diálogo. Brillante.

El filme está cargado de rituales elementales de un buen drama de mafiosos: tipos desagradables, decoración extravagante, pistolas que hacen del Noir un duelo de bandas que convierten a los gánsteres en héroes de un Western, mujeres bajo la mirada de la desilusión y la eterna fatalidad. Todo con la perspectiva de la tristes ojos de Tony (Jean Servais), el verdadero protagonista de esta historia, y su círculo de violencia.

La forma en la que se representa la violencia cae como una bomba. Esa exhibición explícita fue prohibida en varios países y, por ese motivo, durante mucho tiempo solo los entendidos la conocieron. Hoy en día, se le considera de pleno derecho una película antecesora del thriller más duro, cineastas como Kubrick o Tarantino han confesado sentirse fascinados por la obra de Jules Dassin.



























miércoles, 7 de noviembre de 2018

Crítica | EL CEBO (Es geschah am hellichten Tag) (Ladislao Vadja, 1958)


"No puede existir un demonio así."

Producción hispano-germana-suiza realizada por Vadja, director nacionalizado español, tan poco conocido como su propio filme. EL CEBO es una extraordinaria reinvención o reescritura del cuento infantil de Caperucita Roja sin lobos pero con asesinos reales, perturbados e insaciables, que es todavía más terrorífico. 

Construida a retazos del mejor cine de suspense como M de Fritz Lang, el terror clásico que evoca al FRANKENSTEIN de la Universal o el cuento siniestro de LA NOCHE DEL CAZADOR de Charles Laughton.

Para construcción sólida, la historia del dramaturgo Friedich Dürrenmant, guión realizado al mismo tiempo de la novelización titulada LA PROMESA, que Vadja ensalza magistralmente con una visión paralela y sin trampas: el público conoce el asesino y el método policial desde el principio (M), el puzle se va desgranando a la vez que el comisario Matthai va uniendo piezas en la pantalla. Rodada en Suiza con actores alemanes y el francés Michel Simon, el reparto es excelente, sin excepciones. La fotografía capta perfectamente ese ambiente rural sofocante, con todos sus matices. No profundiza en la realización de perfiles psicológicos, busca el conflicto de conciencia y moralidad por parte del comisario. Un descenso a la locura absoluta en su búsqueda infructuosa del asesino de niños.

El dibujo de una niña como única pista: un gigante, un coche negro, una cabra, erizos, chocolate suizo, títeres y un ogro que quiere hacer magia para los niños... con el cuchillo homocida en la chaqueta. El cuento macabro de Vadja es, sin duda alguna, un clásico de la historia del cine y de las mejores películas europeas de posguerra. Nadie puede escapar a este sugerente y perturbador juego detectivesco, en el que acecha una amenaza latente, la bestia del ser humano.