"Conozco a seis policías que dispararían a Frank Serpico."
Film basado en la vida de Frank Serpico, oficial de policía cuya integridad y rectitud provocó una honda crisis en el cuerpo de Nueva York. Su negativa a aceptar sobornos y tras sufrir varias presiones que a punto están de acabar con su vida, decidió testificar para la "Comisión Knapp", que investigó la corrupción policial.
1973, año clave, que no memorable, en la historia contemporánea estadounidense: Watergate, Vietnam, crisis institucionales, administración de tienes Kafkianos... Los ciudadanos perdieron la inocencia y comenzaron a despertarse del sueño americano para darse cuenta que, en realidad, era una pesadilla.
Frank Serpico, un Quijote moderno, enfrentado a unos molinos de viento muy reales. Interpretado por un excelso y combativo Al Pacino, que venía de triunfar en la película de año, EL PADRINO. Como coinciden muchos críticos, la obra maestra de Coppola le convirtió en actor (Coppola y Brando eran la identificación), pero SERPICO hizo de él una estrella.
El productor, Martin Bregman, apenas quería acción, más bien se centra en el intenso retrato psicológico del personaje, progresivamente trastornado por una encrucijada surrealista con un poso de denuncia. Anhelaba desmarcarse del HARRY EL SUCIO (1971) de Eastwood y Siegel, el hombre perfecto para dirigir era el veterano Lumet, que se movía con especial comodidad y agilidad entre juzgados y comisarías.
Film basado en la vida de Frank Serpico, oficial de policía cuya integridad y rectitud provocó una honda crisis en el cuerpo de Nueva York. Su negativa a aceptar sobornos y tras sufrir varias presiones que a punto están de acabar con su vida, decidió testificar para la "Comisión Knapp", que investigó la corrupción policial.
1973, año clave, que no memorable, en la historia contemporánea estadounidense: Watergate, Vietnam, crisis institucionales, administración de tienes Kafkianos... Los ciudadanos perdieron la inocencia y comenzaron a despertarse del sueño americano para darse cuenta que, en realidad, era una pesadilla.
Frank Serpico, un Quijote moderno, enfrentado a unos molinos de viento muy reales. Interpretado por un excelso y combativo Al Pacino, que venía de triunfar en la película de año, EL PADRINO. Como coinciden muchos críticos, la obra maestra de Coppola le convirtió en actor (Coppola y Brando eran la identificación), pero SERPICO hizo de él una estrella.
El productor, Martin Bregman, apenas quería acción, más bien se centra en el intenso retrato psicológico del personaje, progresivamente trastornado por una encrucijada surrealista con un poso de denuncia. Anhelaba desmarcarse del HARRY EL SUCIO (1971) de Eastwood y Siegel, el hombre perfecto para dirigir era el veterano Lumet, que se movía con especial comodidad y agilidad entre juzgados y comisarías.
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