"Toda ciencia, todo el saber, vienen del dolor, porque el dolor
busca sin tregua la causa de las cosas, en tanto que el bienestar se
inclina a la quietud y renuncia a mirar hacia atrás."
Posiblemente, Nietzsche no estaba equivocado en su afirmación. Juan Andrés Pedrero Santos se atreve y aventura en un ensayo reflexivo sobre algo tan viejo como la vida: el dolor y sufrimiento. Un campo tan vasto e inabarcable que lo presenta desde el nicho del cine fantástico y sus vertientes: terror, ciencia ficción, fantasía...
Posiblemente, Nietzsche no estaba equivocado en su afirmación. Juan Andrés Pedrero Santos se atreve y aventura en un ensayo reflexivo sobre algo tan viejo como la vida: el dolor y sufrimiento. Un campo tan vasto e inabarcable que lo presenta desde el nicho del cine fantástico y sus vertientes: terror, ciencia ficción, fantasía...
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Una obra con resultado de bitácora cinematográfica y un compendio inmenso de referencias, algunas más conocidas que otras, trazando un marco más o menos temporal de estilos con cierta uniformidad. Desarrolla un enfoque histórico con aspectos que me apasionan como los comienzos del género en su etapa silente, la oscuridad que caía sobre los artistas de la posguerra y el movimiento expresionista, tanto pictórico como cinematográfico. Pinceladas a oriente y su estilo rompedor, no sólo por el boom en cines del terror japonés a finales de los 90, que también, si no esos Jigoku del siglo XII o perspectiva psicológica de mediados del siglo XX.
Aunque entronque un tema tan universal, sus reflexiones son más austeras en contenido. Encontramos alguna reseña del cine moderno, alguna puntualización más detallada como en el género Slasher o la ausencia de dolor y/o fascinación por el tema que acarrea el ser humano, pero su compendio es pasar de soslayo por sus amenas 200 páginas. Un toque dinámico en la forma de presentar su contenido.
Sólo es la punta del iceberg de un recorrido sociocultural e histórico por el dolor en pantalla, y en sus distintas formas artísticas. Ensayo más que atractivo, de carácter específico que incita a reflexionar, al debate y a la discrepancia en un sentido abierto y gratificante.
Una obra con resultado de bitácora cinematográfica y un compendio inmenso de referencias, algunas más conocidas que otras, trazando un marco más o menos temporal de estilos con cierta uniformidad. Desarrolla un enfoque histórico con aspectos que me apasionan como los comienzos del género en su etapa silente, la oscuridad que caía sobre los artistas de la posguerra y el movimiento expresionista, tanto pictórico como cinematográfico. Pinceladas a oriente y su estilo rompedor, no sólo por el boom en cines del terror japonés a finales de los 90, que también, si no esos Jigoku del siglo XII o perspectiva psicológica de mediados del siglo XX.
Aunque entronque un tema tan universal, sus reflexiones son más austeras en contenido. Encontramos alguna reseña del cine moderno, alguna puntualización más detallada como en el género Slasher o la ausencia de dolor y/o fascinación por el tema que acarrea el ser humano, pero su compendio es pasar de soslayo por sus amenas 200 páginas. Un toque dinámico en la forma de presentar su contenido.
Sólo es la punta del iceberg de un recorrido sociocultural e histórico por el dolor en pantalla, y en sus distintas formas artísticas. Ensayo más que atractivo, de carácter específico que incita a reflexionar, al debate y a la discrepancia en un sentido abierto y gratificante.
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