jueves, 23 de mayo de 2019

LA LEY DEL SILENCIO (On the Waterfront) (Elia Kazan, 1954)


"Pude ser un fuera de serie. Aspiraba al título. Podría haber sido algo en la vida. En lugar de eso, mírame, solo soy un golfo." Terry Malloy (Marlon Brando).

Esta obra de arte estremecedora todavía hoy sigue siendo cuestionada como una justificación personal de Kazan en lugar de estudio de su monumental valor cultural y cinematográfico, aún más cuando experimenta una revalorización moral considerable. Kazan jamás negó que esta historia de culpa, traición y redención fuera un reflejo de su propio destino. LA LEY DEL SILENCIO, al principio se iba a llamar 'El garfio', cayó como una bomba entre el público y la crítica.

Schulberg se basó para escribir el guión en la serie de artículos de Malcom Johnson que sacaban a la luz la situación insostenible que se vivían en los muelles de Nueva York y Nueva Jersey. Los sindicatos estaban en el punto culminante de su poder y se habían hundido en la corrupción. Mordaz y tierna al mismo tiempo, Kazan le confiere distinción y un impacto terrible con una puesta en escena contemplativa, diálogos concisos y una nueva forma de realismo social, gracias a la fotografía exquisita de Kaufman y los integrantes de la generación del Actors Studio.

"Brando y Kazan cambiaron para siempre la interpretación en el cine americano", afirmaba el crítico Roger Ebert, no podría estar más de acuerdo con sus palabras. Brando ofrece un estilo de interpretación fresco, vivo, desgarrado por sentimientos encontrados, plasmación intensa de la ambigüedad y la inocencia que se ubica en una tierra sacudida por traiciones y paranoia. Un reparto espectacular y de confianza para el director donde destaca la debutante Eva Marie Saint con una réplica excelente, ganadora del Óscar junto a Marlon Brando.

Escenas míticas como la del guante o la parte trasera del taxi son utilizadas para enseñar y formar en todas las universidades y academias. La celebrada autenticidad del filme sigue siendo un admirable retrato de la traición. El mito de Brando no paraba de crecer y LA LEY DEL SILENCIO se convertía en una de las mejores películas americanas de todos los tiempos.





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