martes, 27 de noviembre de 2018

Crítica | EL ÚLTIMO EMPERADOR (Bernardo Bertolucci, 1987)


"Si no puede decir lo que piensa, Majestad, nunca pensará lo que diga; y un caballero siempre tiene que pensar lo que dice."

Basada en la autobiografía de Pu Yi, y asesorado por el hermano del antiguo emperador, Bertolucci elabora la ambiciosa historia del último emperador chino desde su nombramiento a los tres años de edad al trono en 1908 hasta el 1967, pleno apogeo de la Revolución Cultural. Ganadora de 9 Oscar, incluido mejor película.

La fotografía de Vittorio Storaro es sublime, colaborador habitual de Bertolucci y especializado en grandes producciones cinematográficas, donde muestra colores cálidos para flashback y azul glacial para los años de conflicto, en los diferentes puntos esenciales del filme. Fue el primer equipo de rodaje occidental al que se le permitió pisar la Ciudad Prohibida. La Ciudad Prohibida es un remanso de quietud en la inmensidad del tiempo, encerrada entre los muros de la tradición, un oasis de arquitectura colosal apartado del mundo exterior.

Ese hermetismo cultural y social queda patente a través de un aspecto visual y de ambientación impresionante: Eunucos, damas de la corte, lacayos, ceremonias, el títere político... con cierto toque poético y académico. Importante el personaje de Peter O'toole, el primer representante de la modernidad que entra en la jaula dorada.

El relato cercena radicalmente la vida de un ser humano, el drama de Bertolucci resulta también como documento histórico y de actualidad, refleja aspectos definitorios de la historia reciente. Adquiere fuerza y credibilidad por el hecho de que varios capítulos dramáticos están asociados a la historia personal del emperador.



























No hay comentarios:

Publicar un comentario