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miércoles, 10 de julio de 2019

CRÓNICA NEGRA (Un Flic) (Jean-Pierre Melville, 1972)


"Un detective muerto no detiene a nadie más."

A Melville le gustaba llamarse a sí mismo "créateur de cinéma", un universo personal en el que predominan, desde la primera hasta la última toma, el más riguroso formalismo y el énfasis estético, sin que por ello se sienta resentida la tensión narrativa. La fantasía fílmica de ese universo encuentra su equilibrio en la atención maníaca por los detalles, bordeando la obsesión por el procedimiento del movimiento impecablemente rodado. Melville influyó en el nuevo cine francés mucho más de lo que en general se le ha reconocido.

Como ya sucediera en LE SAMOURAÏ (1967), la visión gélida de París según Melville se filtra a través de su amor por el cine negro clásico americano, con su estilo característico de héroes tristes sin entrar en esos modelos básicos de acción que pueden reducirse a violencia y brutalidad. Las películas de Melville se nutren del juego de contrastes, del choque violento entre contrarios: un héroe que representa el bien no tiene que resultar necesariamente simpático, Coleman sigue siendo emocionalmente frío ya esté observando el cadáver de una mujer, resolviendo un conflicto de intereses o repartiendo sopapos a mano abierta.

Gran interpretación de Alain Delon, un comisario parisino muy especial: parco en palabras, duro, inteligente y cargado de frialdad, que sigue sus propias leyes. El héroe Melville en estado puro, inspirado en modelos americanos de la serie negra. El trío principal lo completan Crenna, el antagonista cultivado y refinado, un disfraz que se convierte en imagen fija de sus personajes, y la siempre sensual Catherine Deneuve, un ángel rubio del libro de los sueños del cine negro. Trae el amor, la nostalgia y la ruina bajo su vestido blanco y una fría luz de color azul pálido, constituye el elemento decisivo de la trama.


























jueves, 20 de junio de 2019

CHINATOWN (Roman Polanski, 1974)


"Por lo visto media ciudad está tratando de tapar el asunto, y me parece bien. El caso es que casi me quedo sin nariz, y me gusta mi nariz, me gusta respirar con ella."

Una dura trama detectivesca con conspiración en la línea de Chandler o Hammett. La película de Nicholson, el detective Jake Gittes, más apuesto, divertido, próspero y alineado que los Marlowe o Spade, pero si cogiendo prestado ese atractivo fatalista y cínico que caracterizaba a los clásicos personajes de Bogart. Junto a Faye Dunaway, la mujer misteriosa, una vampiresa del cine al estilo de las décadas de 1930 y 1940. El excelente filme de Polanski no evoca a esas décadas, no se convierte en un mero homenaje como sucede en muchas producciones, ni excede en la nostalgia, es justamente la antítesis a eso.

CHINATOWN emana fascinación gracias a su realización y todo lo que la componía. Consigue transportar el blanco y negro del cine negro clásico a una fotografía en color con aspecto realista, el aspecto convincente de la ciudad y sus plásticos paisajes urbanos. Town, al escribir el guión (ganador del Óscar), se inspiró en casos históricos de comienzos del siglo XX. Las bases de la futura riqueza de la metrópoli del cine, los especuladores, la corrupción y la violencia. La mórbida base sobre la que se construyó L.A., la patria de los sueños y también el tema de la película. Una narración clásica sobre el pasado, el fracaso y las segundas derrotas que serán totales en la jungla de una ciudad, con misteriosos ecos, que contribuye involuntariamente al triunfo del mal.

CHINATOWN fue concebida como la primera entrega de una trilogía sobre Jake Gittes, pero la tercera nunca se hizo. Sí se realizó la continuación de esta con 'The Two Jakes' en 1990. La intrincada, inteligente y turbadora visión de Polanski no es una de las mejores películas de los 70 o del Noir, es una de las mejores que se han hecho. Una de esas ocasiones fortuitas tan frecuentes en la historia de Hollywood en las que de la dinámica rutinaria surgen obras maestras.
























martes, 26 de marzo de 2019

RASHOMON (Akira Kurosawa, 1950)


"Mentir es humano. La mayor parte del tiempo ni siquiera podemos ser sinceros con nosotros mismos."

"El efecto Rashomon" o el auténtico bombazo del cine japonés. Cuando la película se exhibió en el Festival de Venecia de 1951, el público occidental descubrió una cinematografía fascinante procedente de un país que había permanecido hermético a su apertura internacional. En este sentido, Rashomon y su galardón marcaron un antes y un después en la trayectoria cinematográfica nipona. Obtuvo el Oscar a mejor película extranjera.

Hashimoto empezó el guión a partir del relato corto 'En el bosque' de Ryunosuke Akutagawa, que a su vez toma el nombre de su primer relato 'Rashomon' que es el templo derruido donde se enfoca una de las tres perspectivas de la historia. Planteó una manera diferente en el punto de vista, la puesta en escena y la subjetividad. Mediante flash-backs se recrean las historias dentro de esa historia, tres niveles temporales y espaciales, como si de una película policíaca se tratase en el que el espectador es el juez se este proceso.

El filme es una parábola oscura de una época de enfrentamientos, decadencia política y cultural. La cinta tiene lugar en el siglo XII pero Kurosawa plantea un paralelismo con el Japón de los 50. Destaca la magistral fotografía del maestro Miyagawa y la enérgica interpretación de Mifune, de aquí su apodo de "el león" por sus movimientos en la lucha. El detonante de la curiosidad y atracción por el exótico cine oriental desde occidente, RASHOMON es una de las obras maestras del séptimo arte.



























martes, 26 de febrero de 2019

Crítica | ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA (Sergio Leone, 1983)


"Me encanta la peste de las calles. Me hace sentir bien. Me gusta su olor. Me abre los pulmones."

Sergio Leone volvía a las pantallas tras 12 años de ausencia para cerrar su "Trilogía de América", formada por 'Hasta que llegó su hora' (1969), 'Agáchate, maldito! (1971) y 'Érase una vez en América' (1983), de casi cuatro horas de duración, siendo esta la más larga y lánguida de las películas del director italiano.

Quizás careciera de la fuerza y la creatividad de sus viscerales y estilizados Spaguetti Westerns pero su cambio del desierto por el Lower East Side neoyorquino de principios de siglo y su homenaje a las historias de gánsteres es una auténtica obra de arte cinematográfica.

La historia transcurre en tres épocas específicas - 1921, 1933 y 1968 - acompañando a varias generaciones de mafiosos judíos, sus amores, traiciones y desencuentros. No glorifica en ningún momento a los protagonistas, no hace de ellos héroes, muestra claramente el alto precio que han tenido que pagar por su estilo de vida.

Técnicamente es una película sobresaliente. Una ambientación fría y plomiza, ominosa por momentos, a través de la fotografía de Delli Colli y la marcada música nostálgica y melancólica de Morricone. La maestría narrativa de Leone ofrece al espectador un puzle obsesivo, un virtuoso montaje de tomas retrospectivas. Una película de gánsteres ambiciosa, de estructura dispersa, penetrante, frustrante y provocadora. También una investigación cinemática del tiempo, cómo pasa, cómo se recuerda y cómo se percibe el futuro.

























sábado, 8 de diciembre de 2018

Crítica | EL PRECIO DEL PODER (Scarface) (Brian De Palma, 1983)


"En este país, primero haces dinero. Cuando tienes dinero, te haces con el poder. Y cuando tienes poder, tienes mujeres.

¿Sabes lo que es el capitalismo? ¡Que te follen!

¡Vamos!, ¡abran paso al malo!, hay un tipo malo entre nosotros."


La lindeces de un inolvidable e histriónico Alfredo Jacob Pacino, el Tony Montana esnifador de montañas de cocaína, lejos de su imagen de Michael Corleone pero diseñando otro mafioso de época. Se narra su ascensión y caída como gángster moderno con un estilo espectacular y estridente. Una gran narración al estilo clásico, catártica y apocalíptica, comprende que el delito y asesinato son la mejor manera de salir del gueto de la inmigración.

De Palma se había comprometido para dirigir FLASHDANCE, pero la dejó por el remake actualizado de SCARFACE (Howard Hawks, 1932) convencido por la solidez del guión de Oliver Stone e insuflándole un estilo sangriento, excesivo, atroz y con un acabado brillante. La quintaesencia del estilo De Palma. Un tratado sobre las frágiles condiciones del poder político, añadiéndole una dimensión que transforma el modelo original de Hawks.

Los críticos definieron EL PRECIO DEL PODER como la primera película épica posmoderna sobre gángsteres. No exenta de polémica, fue recibida con duras críticas, la mayoría por las numerosas escenas de violencia explícita. El cineasta no pierde la oportunidad de destacar la música y la moda de los setenta como contrapunto.

De Palma lleva hasta un melodramático extremo el tema clásico del mundo del delito: obsesión del antihéroe por el control, siempre entre tiburones y viendo enemigos por todas partes. El canto del pájaro enjaulado, la conquista y elevación de un imperio que pronto fracasará por culpa de las drogas, el alcohol y la egolatría. El precio del poder es la paranoia.

Montana destruye todo lo que ama, los poderosos de este mundo ni siquiera necesitan ser corruptos para beneficiarse de la delincuencia organizada. El SCARFACE de De Palma, Stone y Pacino es uno de los filmes más influyentes de los ochenta y de los más controvertidos de la historia. Provocación en la era económicamente neoliberal de Reagan.




























miércoles, 5 de diciembre de 2018

Crítica | SERPICO (Sidney Lumet, 1973)


"Conozco a seis policías que dispararían a Frank Serpico."

Film basado en la vida de Frank Serpico, oficial de policía cuya integridad y rectitud provocó una honda crisis en el cuerpo de Nueva York. Su negativa a aceptar sobornos y tras sufrir varias presiones que a punto están de acabar con su vida, decidió testificar para la "Comisión Knapp", que investigó la corrupción policial.

1973, año clave, que no memorable, en la historia contemporánea estadounidense: Watergate, Vietnam, crisis institucionales, administración de tienes Kafkianos... Los ciudadanos perdieron la inocencia y comenzaron a despertarse del sueño americano para darse cuenta que, en realidad, era una pesadilla.

Frank Serpico, un Quijote moderno, enfrentado a unos molinos de viento muy reales. Interpretado por un excelso y combativo Al Pacino, que venía de triunfar en la película de año, EL PADRINO. Como coinciden muchos críticos, la obra maestra de Coppola le convirtió en actor (Coppola y Brando eran la identificación), pero SERPICO hizo de él una estrella.

El productor, Martin Bregman, apenas quería acción, más bien se centra en el intenso retrato psicológico del personaje, progresivamente trastornado por una encrucijada surrealista con un poso de denuncia. Anhelaba desmarcarse del HARRY EL SUCIO (1971) de Eastwood y Siegel, el hombre perfecto para dirigir era el veterano Lumet, que se movía con especial comodidad y agilidad entre juzgados y comisarías.




























martes, 4 de diciembre de 2018

Crítica | EL SILENCIO DE UN HOMBRE (Le Samouraï) (Jean-Pierre Melville, 1967)


"¿Usted qué piensa? - Yo no pienso."

Jean-Pierre Melville y su exquisita radiografía de la soledad. "El cineasta europeo más americano, y el americano más europeo". Bebe de las fuentes del cine clásico, pero con su estilo propio, su universo cinematográfico es muy alemán en el fondo y muy francés en la forma, mediante un trasfondo del Noir americano y, sobre todo, del western.

Incluso, LE SAMOURAI, recuerda a los atributos constituyentes de la cultura asiática clásica. El samurái, la soledad, el harakiri, los códigos de honor.

Economía de medios y austeridad en esa París decadente, a golpe de jazz en clubes luminosos, acompañado de ese órgano triste evocador del terror. Jeff Costello, el profesional, con el rostro gélido de Alain Delon, la historia de un silencioso fantasma en un poema desgarrador. Elegancia superlativa. Un sueño mitómano, bajo sombrero y gabardina, en una época que no es la suya. No menos influyente que la ambientación oscura que pesa sobre los personajes gracias a la gris frialdad de la fotografía de Henri Decae, representa hermetismo metálico.

Melville está considerado el gran fundador del Polar, respetado por la Nouvelle Vague. La diferencia más significativa entre ambas es que Melville plantea historias más minuciosas y planificadas, cerca de Bresson y Dreyer, mientras el movimiento de Truffaut y Godard es más espontáneo. Comulgan en elementos estéticos, ahí está Decae y su magistral dirección de fotografía como eslabón.

Cine experimental, minimalista, moderno, sin amor y con demasiada realidad. 'El silencio de un hombre' es una película sobresaliente. Una de las cumbres del Polar francés, la historia de un hombre con un solo camino, clasícista y vanguardista a su vez, dotada de lirismo, soledad y muerte. Un filme estéticamente especial, rompedor, de obligado visionado.




























lunes, 26 de noviembre de 2018

Crítica | UN PEZ LLAMADO WANDA (Charles Crichton, 1988)


"¡Me encanta robar a los ingleses! ¡Son tan educados!"

Exclama Otto, el personaje más arrollador del filme (con Oscar incluido), interpretado por un indomable Kevin Kline. Un macho cabrío con rasgos de psicópata y una debilidad funesta por Nietzsche, con la saludable costumbre de tener una buena opinión de sí mismo. Utiliza las técnicas de relajación de los monjes budistas para aumentar su agresividad, piensa disparando, los celos lo vuelven loco y mejor no lo llames estúpido... Todo un personaje que nos enseña un método poco ortodoxo de cómo practicar la tortura con una ración de patatas fritas y una fruta.

Esta éxitosa comedia de costumbres sobre las poco sutiles diferencias culturales entre ingleses y norteamericanos radica en el tratamiento de la sátira combinado con el humor negro, cruel e irreverente. Una sátira de la vida real. Un puzle donde encajan diversos estilos.

El punto fuerte es su colección de personajes excéntricos que van de una situación embarazosa a otra. La triunfal revalorización de Curtis como actriz cómica, los gags constantes de John Cleese (coguionista junto a Crichton) y Michael Palin, alumnos de Monty Python y siguiendo ese espíritu macabro, irreverente y llenas de debilidades "típicamente británicas", con un marcado fatalismo.

La película destila el espíritu de una clásica comedia de los estudios Earling, míticos estudios situados en un barrio en las afueras de Londres. Especializados en comedias de los sueños y "el hombre de la calle", películas sarcásticas y con humor negro que siempre tenían un fondo cariñoso.

No es casualidad que el personaje de John Cleese, Archie, lleve el nombre real de Cary Grant como homenaje a las "Screwball", manteniendo la esencia de aquellas comedias locas que predominaron en Hollywood durante las décadas de los treinta y cuarenta.




























miércoles, 7 de noviembre de 2018

Crítica | EL CEBO (Es geschah am hellichten Tag) (Ladislao Vadja, 1958)


"No puede existir un demonio así."

Producción hispano-germana-suiza realizada por Vadja, director nacionalizado español, tan poco conocido como su propio filme. EL CEBO es una extraordinaria reinvención o reescritura del cuento infantil de Caperucita Roja sin lobos pero con asesinos reales, perturbados e insaciables, que es todavía más terrorífico. 

Construida a retazos del mejor cine de suspense como M de Fritz Lang, el terror clásico que evoca al FRANKENSTEIN de la Universal o el cuento siniestro de LA NOCHE DEL CAZADOR de Charles Laughton.

Para construcción sólida, la historia del dramaturgo Friedich Dürrenmant, guión realizado al mismo tiempo de la novelización titulada LA PROMESA, que Vadja ensalza magistralmente con una visión paralela y sin trampas: el público conoce el asesino y el método policial desde el principio (M), el puzle se va desgranando a la vez que el comisario Matthai va uniendo piezas en la pantalla. Rodada en Suiza con actores alemanes y el francés Michel Simon, el reparto es excelente, sin excepciones. La fotografía capta perfectamente ese ambiente rural sofocante, con todos sus matices. No profundiza en la realización de perfiles psicológicos, busca el conflicto de conciencia y moralidad por parte del comisario. Un descenso a la locura absoluta en su búsqueda infructuosa del asesino de niños.

El dibujo de una niña como única pista: un gigante, un coche negro, una cabra, erizos, chocolate suizo, títeres y un ogro que quiere hacer magia para los niños... con el cuchillo homocida en la chaqueta. El cuento macabro de Vadja es, sin duda alguna, un clásico de la historia del cine y de las mejores películas europeas de posguerra. Nadie puede escapar a este sugerente y perturbador juego detectivesco, en el que acecha una amenaza latente, la bestia del ser humano.





























martes, 16 de octubre de 2018

Crítica | EL NOMBRE DE LA ROSA (Jean-Jacques Annaud, 1986)


"Una novela sobre un libro de Aristóteles perdido en una abadía en la Edad Media parecía escrita para mí." Afirmaba el director sobre su ambicioso y apasionante proyecto de adaptar la obra cumbre de Eco en una superproducción europea que hiciera temblar a Hollywood.

17 borradores de guion, cinco años de financiación y planificación, 300 monasterios visitados después se levantó el mayor escenario jamás creado en Europa desde CLEOPATRA de Mankiewicz. La obsesión de Annaud era mantener el esqueleto de la trama detectivesca, el ritmo narrativo adecuado, a fuego lento, y trasmitir hasta que el más mínimo detalle evocara al año 1327. Y lo consigue, la adaptación es una de las mayores experiencias inmersivas del cine.

El espectador se siente en piel del monje-investigador Guillermo de Baskerville y su aprendiz Adso de Melk de este medieval 'Sherlock Holmes'. Desde los libros y la minuciosidad de la laberíntica abadía, sus habitaciones, los monjes (Murray Abraham y "el jorobado" Ron Perlman impresionantes), esa profundidad oscura que casa perfecta con el plomizo ambiente y la fascinante historia, como observadores de la naturaleza. EL NOMBRE DE LA ROSA ha ido acrecentando su fama con el paso de los años, 32 años después de su estreno es un hito de la cultura europea y punto de referencia del cine de calidad. Necesidad de hacer perdurar la cultura, los libros, el arte y la sabiduría, pero no por fanáticos y ambiciosos.




























sábado, 30 de enero de 2016

"The Jinx (El gafe)" Andrew Jarecki (2015).

Hablar de “The Jinx” es hacerlo de un documental muy particular. Todos los documentales abordan una realidad llevada al espectador como producto de entretenimiento. En esto “The Jinx”  no es diferente a nada que no se  haya hecho previamente, su poder es el de no solo tratar de mostrar un hecho real desde todos los ángulos posibles, sino la capacidad de influir finalmente en esa realidad que quiere mostrarnos.

La miniserie de la HBO profundiza en la intrigante vida de Robert Durst. Un multimillonario descendiente de los más poderosos constructores de Nueva York, el cual durante años ha sido el principal sospechoso de asesinatos no resueltos. Para abordar la serie esta es toda la información que se debería  tener, indagar más en la historia antes del visionado es algo que no recomiendo en absoluto, porque  puede enturbiar el disfrute de este documental  impecablemente realizado. El cual da una vuelta de tuerca más a lo que puede ser el trabajo periodístico y el cine aunados en una obra, que indudablemente marcará al que se interese en adentrarse en su oscura historia.


Realmente poco más cabe añadir.The Jinx” es un documento a medio camino entre el cine y la investigación periodística que ha abierto debate en Estados Unidos y sin duda será objeto de críticas y alabanzas  por sus medios que no por el resultado. Para mí una obra impresionante en su género. De la cual no comentaré nada más para evitar cualquier tipo de spoiler. Un ejemplo claro de cómo la realidad es capaz de superar cualquier guión cinematográfico. 




Valoración: [9/10]  
★★★★★★



Rubén